Gracias a la fundación
de la obra pía de Sebastián Ruiz de Enebro, en el siglo
XVII, las huérfanas de Laguna recibían una dote de 50
ducados cuando se iban a casar o iban a profesar como monjas. Si había
más de dos candidatas, se procedía a celebrar un sorteo
para adjudicar las probendas a dos de las huérfanas. El proceso
era del siguiente modo:
"Estando en la iglesia
de la ermita de Nuestra Señora del Villar extramuros de la villa
de Laguna, día del glorioso san Joseph a diecinueve de marzo
de mil setecientos y setenta y dos, los señores D. Joseph de
Blas, cura párroco de la iglesia de dicha villa y Francisco López,
alcalde ordinario de ella por el estado general... patronos por sus
empleos de tal cura y alcalde de las memorias que en esta ermita mandó
fundar el capitán don Sebastián Ruiz de Enebro... para
el efecto de adjudicar dos prebendas de las que mandó fundar...
entre las huérfanas que hay en ella para que se las acuda con
ellas cada una llegado que sea el caso de mudar estado de religiosas
o casadas con la precisión de que siendo para casadas se han
de velar en esta ermita... dichos señores determinaron fuese
por suertes, echando las cédulas de los nombres de dichas huérfanas
dentro de unas bolas de madera y otras tantas blancas... se cogieron
en igualdad, inclusas en ellas dos que cada una dice prebenda, entendiéndose
que las que salieren después de los nombres de las dos huérfanas
que digan prebenda la toca a ésta por su suerte el que se la
comunique y adjudique el importe de ella arreglado a lo dispuesto en
dicha fundación, y las que se incluyeron para ello son las que
siguen... ( sigue relación con el nombre de doce huérfanas)
...y habiéndose publicado se incluyeron dichas cédulas
de los nombres, cada una en su bola y éstas en una olla de barro,
y las blancas con los nombres de las prebendas en otra de lo mismo y
por no haber ningún muchacho de tierna edad a quien se le mandase
sacarlas de dichas ollas, se determinó las sacase el señor
Alejandro Gómez Cabezudo, Procurador Síndico General de
la citada villa, y revueltas unas y otras cédulas en las nombradas
ollas se dio principio al sorteo de ellas en la forma siguiente:
Primeramente, dicho nombrado sacó una bola de la olla donde se
incluyeron todas, y visto por dichos señores patronos y demás
personas el nombre de la cédula que había en ella, se
halló ser de Tomasa de Güezmes, y sacada otra de la olla
de las de las blancas salió blanca...
(salió igualmente blanca en la segunda y tercera bola)
...y sacada otra de los nombres salió la del de Francisca Herrera,
y sacada otra de las blancas salió la que dice "prebenda",
por lo que le tocó a ésta por su suerte...
( salieron blancas la quinta, sexta, séptima, octava y novena)
...y sacada otra de la de los nombres salió la del nombre de
Catalina Velázquez y sacado otra de las blancas salió
la que dice "prebenda" a quien le tocó a ésta
por su suerte...
(se continuó el sorteo hasta sacar las doce bolas)
...y habiéndose vuelto dichas ollas boca abajo, se halló
no haber quedado nada en ellas, con lo cual dichos patronos dieron por
buena esta diligencia y oposición, y dieron por bien adjudicadas
a las dichas Francisca de Herrera y Catalina Velázquez por haberlas
tocado a cada una por su suerte para acudirlas a cada una de ellas con
la cantidad de los cincuenta ducados que manda dicha fundación
llegado el caso de tomar estado..." (año 1772)
El Cronicón de Laguna, J. Palomar.